miércoles, 13 de septiembre de 2017

PLANTAS MEDICINALES

EL PODER DE LAS PLANTAS
Desde hace muchísimo tiempo se conocen las propiedades medicinales de las plantas, y estos atributos curativos no son producto de la superstición o de los ritos mágicos de los pueblos aborígenes del mundo entero. Está comprobado que las hierbas poseen unos componentes y principios activos que las hacen curativas.
Pocas son las enfermedades que pueden librarse de sus poderosos efectos, pero deben ser suministradas por personas que conozcan realmente los secretos de la naturaleza.


MANERAS DE PREPARARLAS
INFUSIÓN.- Verter agua hirviendo sobre las hierbas elegidas, tapara bien el recipiente y dejar reposar por 10 minutos. Revolver y pasar por un colador antes de servir. Lo más apropiado para las infusiones son las flores y hojas.
Con los tallos y las raíces, seguir similar proceso. Estos deben ser previamente picados en trozos pequeños y el reposo en el agua hirviendo durará de 20 a 30 minutos.
Evite el escape del vapor.

LA TIZANA.- Se emplean los tallos, las raíces, la corteza, los leños, las ramas y los palos de las plantas.
Preparación: El producto natural se cocina (cortado en trozos pequeños) en agua y la duración de la cocción depende de la consistencia del vegetal.
Veamos: hojas  y flores, de 5 a 10 minutos. Raíces tallos, ramas, leños, etc, de 20 a 30 minutos. Tómelas, mejor, luego de las comidas.
Después del tiempo transcurrido, se aconseja conservar tapado el preparado durante algunos minutos más, antes de colar y beber.

MACERACIÓN: Encima de las hojas, flores, tallos, raíces, ramas, etc, que van a utilizar, según sea el caso de  su malestar, agregue agua fría y tape herméticamente el recipiente durante durante un tiempo razonable.
Para hojas y flores, de 12 a 14 horas. Para raíces, cortezas y otras partes duras, de 15 a 24 horas (en este caso, cortar en pequeños trozos).
Se aconseja dejar los recipientes cerrados, alejados de los dormitorios.
La maceración caliente se  se prepara colocando el recipiente cerrado cerca del fuego.
El agua fría tiene la ventaja de no dañar el principio vital de las plantas. Esta forma favorece la obtención de las sustancias medicinales, vitamina y sales en su estado natural. También se recomienda para aquellas plantas que pierden valor por acción del calor.

APÓCEMAS.- Son concentrados elaborados a partir del hervor de  una tisana. El agua conseguida, cargada por maceración, infusión o cocción, contiene los principios de las plantas usadas. A diferencia de la tisana, no puede ser tomada usualmente, sino bajo prescripción de la cantidad y el horario de toma según las propiedades de las plantas.

CATAPLASMAS.- Son envolturas hechas con plantas que se preparan en estas formas; con hierbas crudas (pueden también estar secas), se aplican directamente sobre la parte adolorida, inflamada, hinchada o herida; con hierbas en forma de pasta, previamente deben mezclarse con agua y colocarse en una bolsa de género limpio. Hay variación en las cataplasmas de cocimiento caliente.

COMPRESAS.- Útiles en contusiones y derrames. Emplear una gasa limpia e impregnada en el preparado (caliente) de la planta correspondiente. Exprimir y aplicar sobre la zona afectada.
Puede vendarse, pero deberá quitarla cuando se enfríe para cambiarla por otra caliente.
También pueden ser frías o tibias. Ejemplos: las de rosa, contra inflamaciones de ojos; las de cola de caballo, contra ulceras de difícil curación.

EXTRACTOS: Picar finamente la planta o las partes que se van a utilizar. Depositar en una olla y añadir agua hirviendo. Dejar reposar (junto al fuego) por 24 horas y resolver el preparado cada cierto tiempo.
Colar con los restos repetir la operación. Se juntan ambos líquidos y se llevan nuevamente a la olla.

EMULSIONES.- Los agentes extraídos de las semillas machacadas quedan suspendidos en agua y forman una sustancia de aspecto lechoso y valor terapéutico. Las emulsiones pueden ser, según su apariencia oleosas o resinosas. Algunas se aplican en forma de cataplasma o compresas.

JARABES.- Cocinar las hierbas (secas o verdes) en abundante agua por espacio de 3 horas. Colar y separar los vegetales. Volver o cocinar el líquido resultante y añadir regular cantidad de miel de abeja. Depositar el preparado en botellas para beber por cucharadas. Guardar en lugar fresco.

UNGÜENTOS.- Triturar o exprimir las plantas recetadas. Mezclarlas con manteca vegetal fresca, sin contenido de sal. Exponer la fusión al fuego, agregarle cera de abeja y cocinarlo hasta que tome espesura. Actúa sobre la piel largos periodos de tiempo. Recomendables para cicatrizar heridas. Se conservan mejor si se guardan fuera de la luz natural.


ZUMOS.- Se caracterizan por ser esencialmente alimenticios, refrescantes y terapéuticos. Se logran a partir de las plantas frescas trituradas o prensadas. Si son muy espesos, pueden ser diluidas con un poco de agua. Hay que tener presente que su ingestión ha de ser inmediata, pues su capacidad de conservación es escasa. Son excelentes para este cometido: el limón, la  naranja, el tomate, el melocotón, la zanahoria, la cebolla, el ajo y las espinacas. También son recomendados los zumos de ajo, como veremos más adelante.

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